Sfax

Sfax es un lugar que no suele caer en la ruta de la mayoría de viajeros, mucho menos de los que van en viaje organizado. Sin embargo, como viajero independiente, Sfax bien merece una visita de uno o dos días, pues se trata de un lugar muy auténtico, con poquísimo turismo y sin embargo con algunos encantos que parecen no hacer justicia a su poca afluencia.

Lo que más impresiona en Sfax es su tremenda medina. Es grande, quizás de las más grandes de Túnez, y es auténtica, sin estar repleta de tiendas de souvenirs, sino que posee los bazares tradicionales que han servido y siguen sirviendo a las necesidades y caprichos de sus habitantes.

En contraste con este ambiente tradicional, se cuenta que Sfax es una ciudad muy abierta de mente, muy cosmopolita, avanzada dentro de su entorno. Es difícil de cuantificar estas afirmaciones, pero si es cierto que en Sfax se respira un ambiente especial, donde tradición y modernidad se mezclan en su justa medida.

Más allá de la medina, cabe destacar que Sfax posee, como muchas de las grandes ciudades del Norte de África, barrios bien diversos y multiculturales. En el caso de Sfax puedes verlo en la zona más europeizada o incluso encontrar una sinagoga abandonada en el barrio judío, herencia de la gran comunidad judía que habitó Túnez.

Finalmente, las grandes murallas que rodean la ciudad bien merecen una mención aparte, así como la gran Plaza de la República, justo donde se encuentra la puerta de entrada a Medina. La zona del puerto no es ni mucho menos la más bella de las ciudades que tocan al mediterráneo, aunque el aire de la costa siempre le da un ambiente especial a cualquier localidad, y Sfax no es la excepción.